La Ilustración y la preservación de las lenguas americanas
Alonso de Neira (SI)/Juan Ribero (SI), Arte y vocabulario de la lengua achagua, doctrina christiana, confesionario de uno y otro sexo, e instrucción de cathecúmenos/ Sacado de lo que trabajaron los padres Alonso de Neira y Juan Ribero de la Compañía de Jesús, trasuntado en el pueblo de San Juan Francisco Regis, año de 1762. Neira, Alonso de (S.I). S. XVIII (1788). [4]h.+42 p.+70 f+ [3]h.: papel; 152x104mm. Paginación y foliación arábiga de la época independiente para cada obra. Enc. del s. XIX en pasta de árbol. En planos, rueda dorada de meandros. Lomo liso con casetones de doble filete dorado, decorados con pequeños hierros de estrellas y roleos, y florones de granadas y flor con tallo del taller de Sancha; tejuelo de tafilete rojo: “VOCAB / DELALE / ACHAG”. Cantos vegetales y contracantos de roleos dorados. Guardas de papel plegado español en verde, rosa y café. Cinta de registro de seda azul. Sello moderno de la Real Biblioteca. Exlibris en contratapa de Fernando VII. Olim: “II-H-9”
Signatura: II/2910
Procedencia: Colección Mutis, ingresada en 1789 en la Librería de Cámara
A José Celestino Mutis (1732-1808), se le encomendó por Real Orden de 13 de noviembre de 1787, formar un corpus lo más amplio posible de vocabularios y gramáticas de lenguas americanas. Se reunieron diecinueve volúmenes con vocabularios y gramática que entraron en la Real Biblioteca en 1789. En unos casos, la mayoría se copiaron de manuscritos anteriores, hoy perdidos, y en algún otro, estos pequeños tesoros lingüísticos fueron realizados ex novo. En el caso de este Arte de Neira, se trata de un documento trascrito en 1762 pero de génesis anterior.
Alonso de Neira era un jesuita cuya actividad se basó en la evangelización de los indios. Presenta la lengua achagua, propia del interior de la actual Colombia, enfrentando cada palabra de este idioma a una equivalente en español, con fin de evangelización, pero haciendo un gran servicio al conocimiento de la cultura oral de los pueblos americanos. Además, ostenta un apartado sobre confesión sacerdotal donde se define los pasos a dar y los consejos de una confesión con los naturales por parte de un jesuita, que tiene su interés también.
Nacido de una necesidad primaria de entender la lengua y la cultura de los originarios, su génesis, al igual que el resto de la colección de vocabularios y gramáticas, se debió a una petición de la Emperatriz Catalina de Rusia para tener lenguas indígenas americanas con vistas a un diccionario de lenguas de carácter mundial, de concepto ilustrado. Pero al llegar a Madrid ya bajo Carlos IV, el nuevo monarca decidió que se quedara en la Librería de Cámara.