«…Es necesario, que lo notado, y mandado borrar en el tal libro se borre en sus propios lugares, cada cosa en su lugar, de tal manera, que no se pueda leer lo borrado, y que quien leyera lo demas del libro, no tenga lugar, ni ocasión de estropieço, ni detener se en ningun error, ni otra mala doctrina que ofenda al Lector Catholico…» (Regla VIII del Índice de Sotomayor, 1640).
Los censores del Santo Oficio usaron diversos métodos para cumplir con su obligación de hacer ilegibles los fragmentos señalados por los Índices, no todos igual de efectivos:
Lo más habitual era cancelar con tinta dichos pasajes haciendo un borrón o una tachadura pero también se usa el papel pegándolo sobre el texto o directamente se arrancan o cortan las hojas.
La elección del método de intervención nos muestra que había diversos grados de rigor entre los inquisidores.
Borrón de tinta: se embadurna el cuerpo del texto con tinta y dependiendo de la cantidad empleada se consigue un resultado más o menos eficaz. En este caso, el texto es legible.
Borrón de tinta: en este caso el texto ha quedado ilegible.
Tachadura: texto parcialmente legible.
Tachadura: Texto parcialmente legible.
Tachadura: texto parcialmente legible, en algunas líneas ilegible.
Tachadura en aspa: permite la lectura del texto y por lo tanto incumplirían lo prescrito por la Inquisición.
Tachadura en aspa.
En este ejemplar las líneas dejan leer el texto pero parece que se trate de marcas para indicar el texto a eliminar y que luego se pondría papel encima (como se ha hecho en el ejemplar VIII/969)
Encontramos las mismas marcas que en el ejemplar PAS/ARM1/221, aquí sí se ha completado el expurgo poniendo el papel encima.
Tachadura en aspa visible a través del papel pegado, aquí ha servido para marcar el texto a eliminar.
En la pág. 10 el texto se tachó primero y luego se colocó el papel.
La lectura no resultaba imposible cuando la tachadura consistía en una sencilla línea o se usaba tinta en una proporción modesta. En este ejemplar, además, llama la atención que el censor ha dejado su rúbrica junto a cada intervención, algo que no solía ser habitual.
Retrato del autor tachado: para sugerir la condición diabólica del autor, el calificador de la Inquisición que censuró el ejmplar o un posesor, además de tachar el retrato le pintó dos cuernos.
Junto a los nombres de los editores literarios se han escrito unas notas que señalan que aunque están condenados la obra se permite.
El texto tachado es sutituido por otro.
En algunas ocasiones los Índices mandaban colocar notas más extensas como esta referida a las obras de Justus Lipsius.
Papel pegado.
La pág. 17 se este ejemplar está pegado sobre la pág. 18.
Hoja cortada
Hoja cortada por la mitad para eliminar dos columnas de texto, una en el recto de la página y otra en el vuelto.